Misiones: La Post Misión o Tiempo de Crecimiento y
Maduración de la Comunidad |
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Corresponde al período período que transcurre entre dos
tiempos fuertes de misión. Si bien tradicionalmente se
da a esta etapa el nombre de "Post Misión", resulta más
adecuado denominarlo "Tiempo de Crecimiento y Maduración
de la Comunidad", dado que el nombre "post misión" puede
dar la impresión de que esta etapa es simplemente algo
que ocurre después de la misión. Esta es en realidad la
etapa más importante del Proyecto Misionero aunque,
generalmente (y lamentablemente), suele la más descuidada por
los Grupos Misioneros.
Como ya se dijo anteriormente, uno de los principales
objetivos de la misión consiste en conformar una
comunidad cristiana viva, fraterna y orante que, en lo
posible, sea capaz de satisfacer por sí misma sus
propias necesidades . Y esto no se logra
realizando misiones de una o dos semanas durante tres a
cinco años. Para lograr este objetivo, se requiere de un
trabajo arduo, continuo, paciente, de construcción de la
Comunidad.
Con esta continuidad en la Post-Misión, la comunidad
misionada no se queda sólo en el fervor de la Misión de
quince días o un mes, sino que, verdaderamente se va
constituyendo como Comunidad cristiana, y haciendo
presente a la Iglesia en el lugar.
Durante este tiempo, y a lo largo de lo que dure el
Proyecto Misionero, se buscará, principalmente crear en
la gente del lugar, sentido de pertenencia a la Iglesia,
y procurar los medios para que vivan ese "ser Iglesia",
principalmente a través de la participación de la Misa
Dominical. Si el Párroco dentro de cuya jurisdicción se
encuentra la comunidad no puede celebrar la Misa
Dominical, se propondrán otras alternativas de vivencia
comunitaria, como lo son las Celebraciones Dominicales
en Ausencia del Presbítero, Encuentros Bíblicos, u otra
forma de encuentro comunitario en torno a la Palabra de
Dios y de la Eucaristía. |
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También es preciso procurar el surgimiento de grupos y
apostolados que permitan a las personas de la comunidad
vivir su pertenencia a la Iglesia de una manera activa y
participativa. Será conveniente entonces intentar la
conformación de grupos para niños, para jóvenes, grupos
de oración, grupos bíblicos, u otros apostolados que
puedan echar raíces en la comunidad.
Es
necesario también ayudar a la conformación de los
distintos servicios requeridos en toda comunidad
cristiana: un equipo de liturgia, cantores, monaguillos,
etc., que vayan ayudando a que la comunidad local se
vaya haciendo cargo de a poco de estos servicios, para
poder funcionar como una comunidad autónoma, sin
necesidad de la presencia de los misioneros.
Obviamente, los frutos no se verán inmediatamente y será
preciso perseverar con paciencia y mucha fe hasta que
comiencen a hacerse visibles (aunque al misionero no le
corresponde verlos).
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Más allá de todos los esfuerzos realizados en la
preparación y realización de la misión por parte del
Grupo Misionero, conviene recordar que el verdadero
protagonista de la misión es el Espíritu Santo. Si bien
“esta obra es encomendada por Jesús a los hombres: a los
apóstoles y a la Iglesia (...) en estos hombres y por
medio de ellos, el Espíritu Santo sigue siendo el
protagonista trascendente de la realización de esta obra
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