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principal de las Misiones
La
Pre Misión es la primera etapa del Proyecto Misionero,
que tiene como objetivos:
a.- El conocimiento de la realidad de la comunidad de
destino y determinación de los objetivos del Proyecto
Misionero
b.- La preparación de la comunidad de destino para que
la misión sea un tiempo de gracia.
c.- La preparación del Grupo Misionero, tanto a nivel
espiritual, como en cuanto a las actividades que se
desarrollarán durante la misión.
a.- Conocimiento de la realidad
de la Comunidad de Destino y determinación de los
objetivos del Proyecto Misionero
Los misioneros deben insertarse en el mundo
sociocultural de aquellos a quienes son
enviados, superando los condicionamientos del
propio ambiente de origen . Por ello, antes de
comenzar a preparar la Misión, es importante que
el Grupo conozca la realidad, y la gente de la
comunidad de destino, puesto que la Misión no es
impersonal, sino que debe ser realizada en base
a la realidad de la comunidad.
El GM debe ser consciente de que “ningún
evangelizador es el dueño absoluto de su acción
evangelizadora, con un poder discrecional para
cumplirla según los criterios y perspectivas
individualistas, sino en comunión con la Iglesia
y sus Pastores” . Por ello, una vez definida la
comunidad de destino de la misión, el Grupo
Misionero debe reunirse con el Párroco a cuya
jurisdicción pertenece dicho lugar, para que
éste fije los objetivos de la misión y
lineamientos generales, a partir de las
necesidades pastorales de la parroquia. El
Párroco será la primera fuente de donde el Grupo
obtendrá información para conocer la comunidad
de destino. |
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Luego de este primer acercamiento, y ya contando
con la autorización y los lineamientos del
Párroco, el Grupo Misionero, o una parte del
mismo visitará la comunidad de destino para
conocer la zona, hacerse una idea de la
geografía de la misma confeccionando mapas para
una mejor organización de los misioneros en su
trabajo, establecer un primer contacto con la
gente del lugar y así detectar nuevas
necesidades pastorales para la misión, e ir
generando en la gente la expectativa de la
misma.
La evangelización pierde mucho de su fuerza y de
su eficacia, si no toma en consideración al
pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza
su “lengua”, sus signos y símbolos, si no
responde a las cuestiones que plantea, no llega
a su vida concreta . Es preciso por ello,
interiorizarse de la cultura y religiosidad
popular de la zona a misionar, para tomar
conciencia de los valores y riquezas de la
gente, integrándolos en el proceso evangelizador
. Así mismo, es necesario tener una visión
general de la realidad social de la gente del
lugar, conocer sus problemas, sus necesidades,
sus inquietudes, su forma de vida, para poder
utilizar todos estos elementos para lograr una
efectiva inculturación del Evangelio.
Es importante saber la visión que tiene la
comunidad de destino respecto a la Iglesia, a su
Párrocos y a los misioneros. Se debe también
conocer y respetar los criterios y líneas
pastorales de la diócesis de la comunidad de
destino |
Es
preciso definir los lugares de la misión: dónde se
alojarán los misioneros, dónde se establecerá el o los
centros de misión (lugar para reuniones, celebraciones,
actividades recreativas, etc.), recorrido de eventuales
procesiones o peregrinaciones, etc. Si existe una
capilla o templo, éste debe ser el centro de misión.
Para el alojamiento de los misioneros y otras
actividades, puede solicitarse autorización en alguna
escuela o finca de la zona.
b.- Preparación de la Comunidad de Destino
Resulta de vital importancia que en una etapa previa al
tiempo concreto de la misión, se establezca un contacto
personal con la comunidad de destino, para ir generando
con anticipación un clima de expectativa en torno la
misión, informando de los objetivos de la misma y las
actividades que se desarrollarán. En esta etapa, se
puede invitar a la comunidad de destino para que se
prepare espiritualmente rezando por la misión que se
desarrollará. Es importante en esta etapa, incorporar al
trabajo misionero a personas de la comunidad de destino,
ofreciéndoles para ello la formación que resulte
necesaria. De esta manera se favorecerá la continuidad
del proceso evangelizador luego de concluida la misión.
c.- Preparación del Grupo Misionero
Una vez conocida la realidad de la Comunidad de
Destino, el Grupo está listo para comenzar a
preparar la misión. Es preciso elaborar un plan
de misión que contemple un periodo no menor a
dos años ni mayor a cinco. Tendrá momentos
fuertes de una semana a un mes cada año, en los
que el Grupo Misionero en pleno convivirá con la
comunidad de destino (generalmente en las
vacaciones de verano y/o de invierno) donde se
realizará la actividad central de la misión. Es
recomendable que el Grupo Misionero o parte de
él, realice visitas periódicas a la comunidad de
destino a lo largo del resto del año, para
continuar el trabajo iniciado durante los
períodos fuertes de misión. Además, es también
recomendable la presencia del Grupo Misionero en
la comunidad de destino en ocasiones tales como
Semana Santa y las Fiestas Patronales locales.
Debe tenerse en cuenta que la prioridad máxima
es la Evangelización, el anuncio de la Buena
Noticia que, unida a la promoción humana, no
debe confundirse con mero asistencialismo. |
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La
misión debe producir como fruto la promoción y formación
de agentes o comunidades que sean capaces de llevar por
sí mismos la Pastoral Parroquial, luego de finalizado el
período de misión.
La temática de la misión, salvo indicación en contrario
del Párroco del lugar, debe ser cristocéntrica,
realizando en un primer momento el anuncio de los temas
fundamentales del kerygma: El Amor de Dios Padre, El
Pecado, Jesucristo y la Salvación, Fe y Conversión, el
Espíritu Santo y la Comunidad Cristiana. No corresponde
al Grupo Misionero buscar difundir sus devociones
particulares en la comunidad de destino (santo o
advocación mariana): su principal misión es predicar a
Jesucristo. Sí deberán tenerse en cuenta las devociones
particulares de la comunidad de destino, para
integrarlas, ya sea en la temática o en las
celebraciones litúrgicas.
El Grupo Misionero deberá prepararse intensamente en
espiritualidad y formación para la misión en diversos
aspectos: bíblicos, litúrgicos, metodológicos, morales,
en los criterios pastorales establecidos por el Párroco
de la comunidad de destino y en el conocimiento de su
realidad social, cultural y de religiosidad popular. Es
de suma importancia la preparación espiritual de los
misioneros. Insistir en la oración grupal e individual,
la Eucaristía comunitaria, y una buena confesión como
preparación a la Misión.
En cuanto a las actividades a planificar para el tiempo
de Misión, las mismas suelen dividirse en dos grandes
grupos: por un lado las actividades que se realizarán en
las casas (visitas) y por otro, las que se realizarán en
el/los centros de misión.
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Se sugiere entregar al Párroco, antes de la
misión, los materiales que se utilizarán en la
misma (folletos, guiones, talleres, etc.)
La planificación de la Misión debe cimentarse en
una profunda preparación espiritual del Grupo
Misionero, que tenga como pilar fundamental la
oración personal y comunitaria de los
integrantes del Grupo. También es conveniente
comprometer a la comunidad de origen (todos los
Grupos y Apostolados de la Parroquia) para que
acompañen con su oración el trabajo de los
misioneros.
Un momento especial dentro de esta etapa, es el
Envío Misionero que siempre se realiza
antes de la Misión y consiste en recibir
nuevamente el Envío que Jesucristo hizo a sus
Apóstoles el día de la Ascensión. Acostumbra a
realizarse durante la Misa. Ya sea antes de la
Oración de los Fieles o después de la Comunión,
el Sacerdote hace pasar a los misioneros, los
presenta a la comunidad y los envía en nombre de
la comunidad y de Jesucristo a la Misión que van
a realizar. Como símbolo, bendice y les impone a
cada uno sus Rosarios o Cruces Misioneras (a los
nuevos que no tienen todavía su Rosario
Misionero puede entregárseles una cruz o medalla
provisoriamente). |
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